martes, 10 de diciembre de 2019

Dialogo 6+1, China pisa firme en el tablero internacional


Si habría que señalar un momento en el que China hizo explícito su interés en ser potencia global serían los juegos olímpicos de Beijín 2008, la conquista del medallero con 48 medallas de oro por primera vez, fue la muestra de que se tiene claro lo que ostentar el poder significa. No solo ser, sino parecer.

Bajo la misma lectura, en términos geofinancieros China ha ido ganando posiciones, su adhesión a la Organización Mundial de Comercio en 2001; la incorporación de su moneda, el Renminbi a la canasta de divisas del Fondo Monetario Internacional en 2016, la fundación de bancos de desarrollo regionales como el de los llamados BRICS y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura en 2014; y como paso en paralelo, la incorporación de sus bancos de desarrollo en la lista de bancos sistémicos del Consejo de Estabilidad Financiera, que paso de contar con tan solo el Bank of China en 2011  a incluir a otros tres, todos de propiedad estatal desde 2015.

Para tomar el lugar de primera potencia financiera aún está muy lejos de centros financieros como Wall Street en Estados Unidos o The City en Londres, no solo por el tamaño de los mercados sino por aspectos como la infraestructura de pagos o en cuanto al uso de su moneda para el comercio internacional. No obstante, que hasta ahora China haya demostrado paciencia en cuanto al dominio del espectro, no significa que no esté dispuesto a tomar el puesto hegemónico.

Una interesante toma de posición se dio hace 4 años cuando China fue anfitrión de las reuniones del G20, más allá de los temas incluidos en la agenda por China como la economía digital, es de resaltar el encuentro llamado dialogo “6+1” ocurrido un mes antes de la reunión plenaria del G20, con los  titulares de los más importantes organismos internacionales: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio, el Consejo de Estabilidad Financiera, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y  la Organización Internacional del Trabajo; todos en un dialogo directo con China. Interesante que otras piezas fundamentales del andamiaje internacional no participarán del encuentro, ninguna agencia de la Organización de las Naciones Unidas, ningún banco de desarrollo regional, ninguna Organización medioambiental ni el Banco Internacional de Pagos, por mencionar a los más relevantes.

La reunión del 6+1 se ha convertido en un diálogo anual, siendo hace unas semanas, durante 2019 la realización de su cuarta versión. Quizá la convocatoria de la potencia emergente era una oferta difícil de rechazar, un espacio de discusión respecto a la economía mundial, pero partiendo de las posiciones de China, bajo la perspectiva China y sobre el futuro del desarrollo liderado por China, más claro que el agua.

Temas como el futuro del trabajo y la agenda digital han sido el centro de la agenda, pero sin dejar de incluir temas de gobernanza financiera internacional como la llamada “Red de Seguridad Financiera Global” y la representatividad en las organizaciones internacionales.

Este año no se cuenta con una declaración pública extensa como en ocasiones anteriores, se puede pensar que era de esperarse de un grupo “sin ton ni son” pero también puede ser que, lentamente se esté llevando a cabo una realineación de intereses. Se me ocurre que lo sabremos al ver en la titularidad de cualquiera de estos organismos a funcionarios chinos, y quizá, no debería sorprendernos si en un futuro la sede del FMI se mueve a China, tal cual mandatan los estatutos del organismo, al miembro que aporta la mayor cuota.

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