Juan Hernández ha sido un consistente crítico de la globalización financiera, ha militado en el movimiento ATTAC a favor de los impuestos a las transacciones financieras y autor de diversos libros que describen la forma tan sesgada que funciona la dinámica financiera global.
En “Los lobbies…” Juan busca develar a la opinión pública como es que a pesar de las consecuencias que la toma de riesgos de los grandes bancos en 2008, los cambios profundos que evitarían que otra crisis financiera vuelva a ocurrir, han quedado en el vacío por la intervención de aquellos que la causaron.
Un sinsentido en primera instancia, la autorregulación se puede definir como el lobo cuidando a las ovejas, pero bajo una dinámica de un sector que ha hecho creer al mundo que son demasiado complejos y valiosos, los gobiernos han sido atrapados en la narrativa que termina por traducirse como “captura cultural”. Juan refleja ese fenómeno en su libro, las historias, los actores y los hechos. No se trata de corrupción, aunque la hay, se trata de la perspectiva de los reguladores de ser parte del juego del dinero, se trata de los políticos que quieren obtener una tajada, se trata de cómo los más honestos en algunos casos no pueden imaginar otro tipo de regulación.
El autor lo dice en todo momento, los lobbies financieros no son ilegales, pretenden ser legítimos, el problema es que su poder es desproporcional, la cancha no está pareja y en las decisiones regulatorias no aparecen con la misma influencia y peso los grupos de usuarios financieros, deudores y ciudadanos que preferirían un sistema menos complejo. Las voces de éstos son acalladas bajo la idea de que los mercados altamente dinámicos redundan en una mayor disposición de crédito, de empleos y de bienestar para todos. Si bien eso se demostró poco cierto y altamente riesgoso en 2008, aquí estamos nuevamente con los mismos cuentos.
Particularmente siniestra es la narración respecto a la crema de la crema de los bancos de inversión, Goldman Sachs, quien en unos casos recluta a los más altos exfuncionarios de los países desarrollados y los sienta al otro lado de la mesa de donde solían estar, y en otros, dispone de funcionarios que eventualmente serán invitados a tomar parte de los gobiernos. A ellos parece limitarse la reserva de funcionarios capaces de conducir las finanzas globales; es en manos de ellos que cayeron los países que de manera despectiva se denominaron PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España), y es en manos de la estrella, hoy primer ministro italiano, Mario Draghi, de quien asesoró a dichos países para ocultar deudas a la Unión Europea.
El libro de Hernández no devela verdades ocultas, pero si enciende indignación y el sentimiento de que el juego es disparejo, con un título fuerte y sesgado pero que al final de las páginas hace sentido, ¿Cómo más calificar tan desproporcional influencia en un sistema inestable por naturaleza?
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