miércoles, 30 de enero de 2019

Integración europea, delineando ideas para el éxito de la Alianza del Pacífico


En Latinoamérica la apuesta de integración tiene como nombre “Alianza del Pacífico” (AP), conformada por Chile, Colombia, México y Perú. Si bien no tiene entre sus metas el logro de una moneda común como la Unión Europea (UE), si se propone una “integración profunda” que permita el libre tránsito de bienes, servicios y personas. Ante las turbulencias de la UE durante la crisis que inició en 2008 ¿tiene sentido seguir su ejemplo como modelo de integración financiera?

Con dos grandes proyectos de integración financiera en desarrollo: (I) el Mercado Integrado Latinoamericano, que supone la interconexión de los mercados bursátiles de sus miembros y (II) el llamado “Pasaporte de Fondos”, que plantea la libre operación de fondos de inversión de cualquier miembro en la región, el camino recorrido por la UE puede dejar algunas lecciones que hagan de la AP una apuesta exitosa.

En 2010,  el impacto de la deuda griega fue tan grande que incluso el fin de la integración monetaria parecía estar sobre la mesa, los méritos del Euro fueron opacados por los recién descubiertos problemas de diseño; si la emisión de deuda soberana no era respaldada por la UE en su conjunto, un impago de cualquier miembro daría al traste con el valor de la moneda. Sin embargo, como respuesta la UE no solo generó mecanismos para el rescate financiero de sus miembros, sino que reformó la institucionalidad para la supervisión de entidades bursátiles y bancarias al tiempo que plantearon nuevos objetivos para profundizar la integración.

¿Cómo es que 28 miembros, resistieron la tentación de dejar fuera a los países en problemas y en cambio decidieron utilizar sus recursos para apoyarlos? El compromiso político demostrado durante estos años fue tan fuerte que, dado que existe una meta clara respecto a lo que se desea como región, los impactos en el corto plazo fueron considerados menos costosos que los beneficios de la identidad común y la integración a largo plazo, sobrepasando incluso los costos electorales. Primera lección para la AP.

En segundo lugar, conviene reflexionar sobre la temporalidad de los procesos similares en la UE. Para generar un mercado de fondos de inversión, la región dio los primeros pasos en 1985 con la primer Directiva UCITIS para la oferta transfronteriza de fondos de inversión, la cual ha sido reformada por lo menos en 5 ocasiones; por lo tanto, pensar que una buena idea no rinda frutos para la siguiente cumbre de presidentes no significa que deba ser desechada, si existe la visión de largo plazo no hay forma de no encontrar una solución.

Una tercer lección puede extraerse del punto anterior, las soluciones pueden no ser las óptimas, pero si deben ser efectivas, la UE tiene diferentes capas en su diseño institucional, generando oportunidades de arbitraje regulatorio entre jurisdicciones, pero permitiendo cierto grado de adaptación para los mercados locales. La burocracia puede ser una consecuencia indeseable del proceso, pero no debe verse como un fracaso, sino como una forma de adaptación.

Una última observación es resaltar que el logro de los objetivos no es un evento único, sino una trasformación constante con divergencias en el proceso; se pueden presentar fracasos como el fallido intento de una Constitución Europea en 2005, pero también oportunidades de mejora como la idea de una Unión de Mercados de Capitales lanzada en 2015.
 

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