viernes, 28 de diciembre de 2018

Adiós Libor, hola tasas de referencia libres de riesgo


Antes de 2008, en el imaginario colectivo el sistema financiero funcionaba como la máquina de eficiencia jamás creada. En el fondo los ciudadanos comunes y corrientes no entendían exactamente qué es lo que se producía, pero las estratosféricas ganancias y la ostentación de los inversionistas y banqueros de la industria bastaban para que nadie hiciera preguntas.

La crisis financiera develó muchos secretos y borró el halo de misticismo del mundo de las finanzas. Básicamente las ganancias superiores al promedio eran producto de esquemas fraudulentos, ventas a clientes no aptos y manipulación de mercados. Esto último es el caso de la tasa Libor.

Quizá la tasa de interés sea la variable que más nos acerca a la industria financiera, desde los préstamos para vivienda hasta los créditos usados por los países para financiarse el costo del dinero se expresa en puntos porcentuales sobre el valor de lo recibido.  Dentro de la dinámica de los mercados se dice que su valor es el más perfecto posible pues las oportunidades de sacar ventaja se corrigen casi inmediatamente gracias a la competencia; eso era hasta que se demostró que con unos cuantos operadores de mercado se puede manipular su valor para sacar ventaja. ¿Era muy difícil que ocurriera esta manipulación? No, si comprendemos el mecanismo de conformación de su valor y eliminamos la fe ciega en la doctrina económica de libre mercado.

El London Interbank Offered Rate (LIBOR) es la tasa de interés a la que los bancos prestan sus recursos a otros bancos; su relevancia reside en que, el porcentaje al que se fija es utilizado como base para muchos otros contratos en todo el mundo, sin una relación directa con dichos bancos. Ej., si el Libor se ubica en un 3%, un crédito entre un país y un banco norteamericano podría estar acordado a la tasa que tome de referencia el Libor (3%) más algún porcentaje adicional. El mecanismo para calcular la tasa era el siguiente: por medio de un panel de 16 bancos globales se preguntaba a qué tasa de interés prestarían a otro banco a determinada hora del día, a partir de ahí se sacaba un cálculo promediando las respuestas. El fin de esta dinámica sencilla pero basada en la entera confianza de la integridad de las respuestas llegó cuando en 2008 investigadores de Estados Unidos e Inglaterra descubrieron que los banqueros se ponían de acuerdo para dar porcentajes más bajos de lo que en teoría debería ser el costo del dinero, ¡nadie lo vio venir!!! el fraude salió a la luz y las demandas y sanciones no se hicieron esperar.

Sin que se lleven a cabo al ritmo que se desearía, los esfuerzos por una mejor regulación parece que darán frutos en algunos años con la propuesta de sustituir el Libor (se habla que podría desaparecer a finales del 2021). Se plantea la creación de “tasas de referencia libres de riesgo” bajo las cuales se modificaría la dinámica de la conformación de la tasa. En lugar de preguntar sobre la prospectiva, se tomarían las operaciones realizadas (no es lo mismo decir a cuanto prestarías dinero y finalmente no hacer la operación, que tomar como base aquellas operaciones que se ejecutaron, dijeras lo que dijeras). Este método tiene sus pros y sus contras, en los primeros podemos señalar que añaden lo que en ingles se llama “skin in the game” es decir, obliga a los participantes a poner algo en juego, no están apostando a partir de especulaciones, mientras que, por el lado de los contras, al ser posible nuevos escenarios, los eventos del pasado no contienen toda la información para considerarlos para el futuro inmediato.

A diez años de la gran crisis el sistema financiero demostró una gran resistencia, tanto para evitar graves consecuencias sociales, como también para eliminar a los intereses que alteraron los equilibrios y “generaron incentivos perversos”. Cambios como el de la tasa Libor pueden no ser parte de nuestro día a día, pero las consecuencias del desastre obligan a la sociedad a comprender y desmitificar este y otros fenómenos del Dios mercado.

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