A tan solo unos meses de que Donald
Trump ganara la presidencia en los Estados Unidos las cotizaciones bursátiles de
los bancos norteamericanos se dispararon, la perspectiva de una menor carga
regulatoria y de echar abajo partes de la Ley Dodd-Frank de 2010 se veía como
una posibilidad.
Sin perder el tiempo, a finales
de enero el representante republicano Patrick McHenry envió una carta
solicitando la retirada de los Estados Unidos de los organismos financieros emisores
de estándares y le puso los pelos de punta a los negociadores internacionales
que hasta ese momento habían logrado establecer un gran número de nuevos
acuerdos con el fin de hacer más seguro el sistema financiero internacional.
Sin Estados Unidos cualquier esfuerzo sería limitado.
Como si se tratara de un cuento
con final feliz, el a principios de diciembre de 2017 los miembros del Comité
de Basilea para la Supervisión Bancaria, incluyendo a EUA cerraron el ciclo de
reformas, algo que, a pesar de lo cerca que se encontraba de su conclusión, tras
la salida de piezas clave de la regulación bancaria como Daniel K. Tarullo se
ponía en duda.
Bajo la premisa de generar estándares,
simples transparentes y comparables los expertos internacionales se dieron a la
tarea de atender todos aquellos aspectos que durante la crisis de 2007 hicieron
evidente las fallas en el negocio bancario, ¿en que consistieron los
principales cambios?
·
Mayores requerimientos de capital para los
bancos y cambios en las metodologías en el cálculo de los Activos Ponderados
por Riesgo.
·
Nuevos estándares para incluir indicadores de
liquidez en un plazo de un mes (Coeficiente de Cobertura de Liquidez) como en
un plazo de un año (Coeficiente de Fondeo Estable Neto)
·
Se establece una medida de apalancamiento basado
en el capital y las exposiciones totales.
·
Se crean metodologías para el cálculo de riesgo
operacional y otro tipo de riesgos, así como marcos regulatorios para bancos
calificados como “sistémicos” por su importancia e impacto a nivel local y
global.
Pero la cereza del pastel, y por
lo cual tras 7 años del documento base las reformas no concluían era el debate
entre Europa y Estados Unidos por un límite mínimo a los activos ponderados por
riesgo calculados mediante los modelos particulares de los bancos (modelos
internos), en el cual el nivel propuesto por Estados Unidos era de 75% y por su
parte los países europeos planteaban en 70%. La decisión salomónica consistió
en elegir el punto intermedio 72.5% (tras varios meses de discusiones y
presiones por parte de la industria).
Los estándares bancarios no son
perfectos, hay que ser claros en lo que son, el piso mínimo en que los miembros
se han puesto de acuerdo, se ha atajado las causas de la crisis de 2007 basados
en las posibilidades de ciertos eventos adversos y atendiendo a las
probabilidades; pero mientras los bancos tengan la fórmula mágica para prestar
más dinero del que tienen la palabra riesgo debe estar siempre presente.
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