Nunca antes hizo tanto sentido la
frase “el tiempo es dinero” pues ahora una educación básica en temas
financieros nos permite conocer las tasas de interés que obtendríamos en un mes
o en un año de inversión de nuestros ahorros. Hoy esta necesidad educativa empieza
a tener respuesta por parte de las autoridades educativas, cuando hablamos de
educación financiera estamos hablando de seguridad, planeación, inversión y
pensiones para los individuos y sus familias.
¿Cómo comprende una persona que
nació antes de los 90 el dinero en un mundo de tipos de cambio flexible y tasas
de interés? Con grandes esfuerzos educativos para modificar su marco de
referencia, pues la realidad nacional desde entonces hasta ahora ha cambiado,
adiós tipos de cambio fijos y pensiones bajo sistema de reparto. México no
puede escapar de su realidad, no somos el primer mundo, en los últimos años del
siglo XX ya se hablaba de competitividad y que para ser parte del tren de la
globalización las herramientas eran el idioma ingles y las ciencias de la
computación, ¿es que nadie vio venir la necesidad de alfabetización financiera?
La 11va Semana Nacional
de Educación Financiera en México, realizada del 1 al 5 de octubre de 2018, fue
un buen esfuerzo por revertir el atraso con talleres, pláticas, juegos,
conferencias, entre otros con el fin de educar a la sociedad en el manejo de
sus recursos financieros, pero para dar cuenta de la distancia que nos separa
de otras latitudes en materia financiera; hemos de decir que al tiempo de este
evento en México, en el mundo entero se llevó a cabo la World Inverstor Week, la 2da Semana Mundial del
Inversionista, auspiciada por la Organización Internacional de Comisiones de
Valores de la cual la Comisión Nacional Bancaria y de Valores Mexicana es
parte.
La diferencia de los enfoques es
clara, mientras que en la celebración mundial se dirige a crear oportunidades
para que las personas en su papel de inversionistas aprendan a comprender los
riesgos de los productos financieros (este año enfocados en las nuevas quimeras
virtuales que son las criptomonedas y las ofertas iniciales de “tokens”), en
México el enfoque tiene que ser más básico; tan solo con ver las cifras del
recién publicado 9no Reporte Nacional de Inclusión Financiera (RNIF)
podemos ver el largo camino por recorrer para, antes de siquiera llamarnos
inversionistas, considerarnos ahorradores.
El RNIF arroja que de 2012 a 2015
el porcentaje de adultos que llevan un registro de sus gastos aumentó de 20% a
37% o que el 84% de la población adulta no cuenta con algún tipo de seguro y que
casi la mitad de la población desconoce la existencia de cuentas bancarias
básicas que no cobran comisiones. Tomando como el documento de investigación “G20/OECD INFE Report on Adult Financial
Literacy in G20 Countries” de 2017 el RNIF 2019 nos da una idea de nuestra
ubicación respecto de otros países en términos de alfabetización financiera:
Indice de
Alfabetización Financiera 2017
Tomado de ENIF con datos de G20/OECD INFE Report on Adult Financial
Literacy in G20 Countries. 2017
Sin duda las circunstancias son
distintas, es complicado y hasta puede sonar cínico esperar que una sociedad
con las condiciones mínimas de supervivencia se plantee el destinar los
recursos de hoy al aprovechamiento en el largo plazo mediante la inversión
financiera, pero si no se hace el esfuerzo por evitar vicios, como por ejemplo
los gastos hormiga, el logro de metas como un retiro digno no serán más que
sueños posibles para unos cuantos. Si los mexicanos aprendimos del tipo de
cambio bajo las experiencias de las devaluaciones, la estabilidad
macroeconómica actual es un contexto positivo para pensar a largo plazo y
aprender por las buenas y paso a paso, primero como administradores, segundo
como ahorradores y eventualmente como inversionistas.