El fin de semana se reunieron 23
ministros de finanzas, 14 presidentes de Bancos Centrales y 10 titulares de
organizaciones internacionales en Buenos Aires para dar seguimiento a la agenda
del G20, los asuntos a tratar van más allá del crecimiento económico. Para esta
tercera reunión los temas tratados se pueden clasificar en tres grupos:
evaluación de la economía y sus riesgos, temas prioritarios bajo la Presidencia
pro-tempore Argentina y construcción de la arquitectura financiera
internacional.
El G-20 representa dos tercios de
la población mundial, 85 por ciento del producto interno bruto y 75 por ciento
de todo el comercio internacional, por lo que sus decisiones son de gran
impacto, pero quizá desde la perspectiva de las finanzas, es decir del espacio
que ocupan los Bancos Centrales y Ministerios de Hacienda no hay mucho por
hacer por el momento, por un lado, no pueden evitar las alternativas políticas que
las sus sociedades están eligiendo, (la vuelta hacia el interior, el
proteccionismo) mientras que por el otro, dejar sus economías bajo la inercia de la
recuperación probablemente los hará
salir bien librados hasta el final de
sus mandatos.
Desde las primeras reuniones que
se realizaron en 2008 para atender de manera urgente los temas relativos a la
crisis financiera, el G20 ha ido ampliando la agenda de la gobernanza global a
temas tan variados como medioambiente, laboral o tecnológico; no obstante,
todos ellos concurren de alguna manera en la agenda financiera. Habría que
señalar que los encuentros este año han sido menos álgidos comparados con lo
ocurrido en Alemania el año pasado, durante la presentación del equipo
económico Norteamericano del presidente Donald Trump con el secretario del
Tesoro, Steven Munchin, a la cabeza quien mantuvo la retórica en momentos en
que la imposición de tarifas arancelarias estaban a un paso: “Continuaremos utilizando
todas las herramientas de política para apoyar un crecimiento fuerte,
sostenible, balanceado e inclusivo” es lo que se señala la declaración final. Quizá
la cordialidad del encuentro este año, tenga
que ver con que la economía global está en ritmo y como lo indica el reporte
anual del Banco Internacional de Pagos, no hay grandes retos a corto plazo. Las
amenazas de una guerra comercial, los desbalances globales, la desigualdad y el
crecimiento estructuralmente débil son tendencias a observar en el mediano
plazo.
En temas de la arquitectura
financiera internacional conviene recordar que la creación del Consejo de
Estabilidad Financiera (FSB) en 2009 sin duda fue pieza clave y desde entonces
el trabajo de coordinación con los organismos emisores de estándares (Comité de
Basilea para la Supervisión Bancaria, Organización Internacional de Comisiones
de Valores, Asociación Internacional de Supervisores de Seguros) ha sido exitosa,
al punto en que a 10 años de la crisis, el trabajo entró en una etapa de
“evaluación de las reformas y sus consecuencias” cuyos resultados seguramente
se estarán presentando en la reunión del FSB de noviembre, al tiempo que ataja
temas nuevos como los relacionados a las tecnologías financieras aplicadas a
las finanzas (FINTECH). Del otro lado de la moneda podemos ver una lenta
adaptación de las instituciones de Bretton Woods, apenas en 2016 el Fondo
Monetario Internacional (FMI) aprobó la XIV revisión de cuotas de 2010 y ya
tendría que estarse trabajando en la XV revisión, para lo cual el comunicado
señala como fecha limite la reunión anual del próximo año.
Argentina, haciendo uso de las
facultades del anfitrión plantea como prioridades de 2018 “El futuro del
trabajo”, la “Infraestructura para el desarrollo” y “Un futuro alimentario
sostenible”. Bajo el primer punto el grupo de titulares de finanzas respaldó el
Menú de Opciones de Políticas para el Futuro del trabajo, hablando de que este
ayudará a aprovechar las tecnologías para fortalecer el crecimiento y
productividad; ayudar a las personas a enfrentar desafíos distributivos y
promocionar la igualdad de género y la cooperación. Paliativos ante la
tendencia de automatización la tercerización del trabajo que parecerían
irreversibles a estas alturas. Al presentarse los avances de la Hoja de ruta
hacia la clasificación de la Infraestructura como activo, la idea es impulsar
la inversión del sector privado en las carteras de proyectos de infraestructura
con una metodología estandarizada.
Finalmente, conviene resaltar que,
en el comunicado del encuentro, se da la bienvenida nuevamente a las “Guías
Operacionales para el Financiamiento Sostenible” y los trabajos sobre el
endeudamiento del Banco Mundial (BM), el FMI y el Club de París, pero aún no se
ven propuestas para que se presente en la mesa de discusión la creación de un
tribunal de arbitraje de la deuda. Algo de esta naturaleza sería un gran paso
si es presentado por el esperado reporte del Grupo de Personas Eminentes del
G20 sobre Gobernanza Financiera. Mientras tanto, en las próximas reuniones
veremos temas de la agenda como el financiamiento al terrorismo, la inclusión
financiera y las finanzas sustentables ocupan mayores líneas en sus comunicados.