En una segunda etapa de la crisis
financiera de 2008, en los momentos en que Europa afrontaba los dilemas del
rescate a los países menos sólidos: Grecia, España, Portugal, Italia e Irlanda;
Inglaterra tenía sus propios problemas, la manipulación de tasas de interés[1]
por la colusión de diversos bancos (ponerse de acuerdo en los rangos de las
ofertas que consideran debe ser el costo del dinero). El fenómeno por sí mismo
hubiera sido una sacudida al sistema capitalista mundial de haber ocurrido en
un momento menos agitado. Para ponerlo en perspectiva, la crisis de la deuda
latinoamericana de los años 80 tuvo como detonante los aumentos en las tasas de
interés en los créditos a los gobiernos, las cuales estaban ligadas a los benchmarks de Estados Unidos e Inglaterra
(la tasa de referencia más un porcentaje adicional, mismos que aumentaban de
tal forma, que se volvieron impagables).
¿Estaban manipuladas en aquel
entonces?, si la respuesta fuera afirmativa, no necesariamente hubiera
significado que la crisis no hubiera ocurrido, pero sí que probablemente
algunos países pudieran haber tenido una deuda más sustentable; las medidas de
estabilización hubieran sido menos severas y es probable que no hubiera habido
la necesidad de llegar al llamado Consenso de Washington. Así de importante es el
papel de las tasas de interés, sin embargo, en el contexto de la crisis, la
manipulación por parte de algunos bancos fue un elemento más y se solucionó con
arreglos extrajudiciales.
Relacionado con lo anterior, la
semana pasada se conoció que la Comisión Federal de Competencia Económica de
México (COFECE, un organismo autónomo) realizará una investigación sobre
acuerdos entre bancos, para establecer la tasa de interés que el gobierno
deberá de pagar por colocar sus valores, (CETES, Certificados de la Tesorería)
determinados de forma similar al LIBOR. Conociendo el mecanismo de formación
del precio y que la industria bancaria es supuestamente estricta en cuanto a la
autorización de participantes (en México existen 48 bancos y solo una fracción
de ellos actúan como market makers para
las subastas de CETES), sería incrédulo decirse sorprendido por un hecho de
esta naturaleza, sin embargo, los medios de comunicación, comentaristas y
articulistas de temas financieros se dicen sorprendidos.
Al difundirse la noticia, lo
primero que hace el gobierno (SHCP) es actuar a la defensiva del sistema,
pidiendo mesura, como si fuera poca cosa, señalando lo bien que las cosas han
marchado hasta el momento en cuanto a estabilidad y capitalización (en el
sistema financiero, se toma por sentado que si no pasa nada todo va bien), es
sencillo ver las razones de esta defensa, razones tanto de carácter ideológico,
como de carácter personal, como leeremos a continuación.
Razones ideológicas
Se supone que uno de los
objetivos de la agenda de reformas internacionales del G20 fue la eliminación
de las instituciones “Demasiado grandes para quebrar[2]”,
sin embargo, casi una década después vemos una industria bancaria aún más
consolidada, pues los grandes bancos sobrevivieron y los pequeños o quebraron o
no pudieron mantener el ritmo de las reformas y los aumentos de capital, para
finalmente ser fusionados con los grandes bancos; vemos como las medidas
regulatorias implementadas son de carácter prescriptivo, orientadas a evitar la
quiebra y a llevar a cabo una disolución ordenada.
Queda claro que son medidas
acertadas, no obstante, existe un vacío en lo que llamaría “Demasiado grande
para no corromper”, el espacio intermedio antes de la catástrofe, el aun no
atajado “riesgo moral”; es ahí donde los reguladores (SHCP, Banxico y CNBV)
actuarán en defensa del sistema.
Razones personales
Por otra parte, no hay que perder
de vista que, dentro del gremio, en la industria, se generan relaciones
personales; la llamada puerta giratoria, reflejo en México de lo que sucede a
nivel mundial. Una vez concluido el mandato de los miembros de un gobierno, a
donde si no a la industria, es donde los funcionarios de primer nivel van a
parar; es por ellos que no le conviene a Jaime González Aguadé, Presidente de
la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, o a José Antonio Meade, Secretario
de Hacienda una mala relación con la industria. La misma relación cercana se da
entre los supervisores y los empleados bancarios, el cambio de cachucha no es
mal visto y de hecho puede ser hasta deseable.
El trabajo de COFECE está en
marcha, se menciona que la CNBV colaborará, pero habrá que ver en qué medida,
pues la pelota siempre ha estado en su cancha y no ha reaccionado; el
diagnostico no es positivo.
A la industria tampoco le
conviene perder la cordialidad con las autoridades, de forma que lo más
probable es que el caso concluya con declaraciones de bombo y platillo de
algunas multas (irrisorias, comparadas con las ganancias a doble digito
anualmente de la industria) conseguidas por cooperación de los mismos bancos.
Finalmente, el caso de
manipulación de tasas de interés no es un hecho aislado (así también se puede
hablar con certeza que algo similar ocurre con los tipos de cambio y con los
mercados de derivados, investigados en otras jurisdicciones como Brasil y la
Unión Europea), es un espacio de arbitraje en todos los sistemas financieros,
sin embargo, solo unos cuantos lo han atendido. Más vale tarde que nunca, bien
por la COFECE, esperemos y apoyemos que se le permita hacer su trabajo.
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