El Consejo de Estabilidad Financiera, surgido en 2009 por instrucciones del G20, publicó su informe anual de actividades. Conocer el trabajo de éste organismo resulta relevante, pues su mandato está dirigido a prevenir que ocurran crisis financieras como la de 2008.
Con un tono más bien positivo, el informe señala la resiliencia de las instituciones financieras al impacto económico de la pandemia como el gran logro a difundir. Sin embargo, la objetividad obliga a señalar como las políticas macroeconómicas para afrontarla han llevado a un aumento en el endeudamiento de los soberanos, empresas no financieras y hogares.
Por el lado de las reformas en progreso desde 2008 no se reportan mayores avances; mientras que la lista de bancos sistémicamente importantes publicada en noviembre repite a los 30 bancos de 2020, los estándares para los planes de resolución bancarios continúan inconclusos, lo mismo para los regímenes de resolución para aseguradoras y contrapartes centrales. Peor aún se encuentra el trabajo sobre instituciones financieras no bancarias, pues no hay mayores avances desde hace varios años, cuando se renunció a una metodología para identificar y crear una lista de instituciones sistémicas de ésta categoría. La conclusión en este aspecto es que, a más de 10 años de la crisis, viejos frentes de amenazas continúan abiertos.
Entre los temas de trabajo del 2021, además de los correspondientes a la respuesta a la crisis financiera se encuentran aspectos relativos a la relación instituciones financieras-proveedores de servicios, la transición de las finanzas a otros índices de referencia distintos del LIBOR, el desarrollo de un sistema de pagos más barato, veloz y transparente (bajo mandato del G20) y la atención a las amenazas de los riesgos financieros relacionados al cambio climático y los retos las criptodivisas y ciber-amenazas.
En términos de la repuesta al Covid19, a pesar de que la amenaza sanitaria aún permanece, el shock financiero de marzo de 2019 dejó valiosas lecciones: que la implementación consistente y en tiempo de las reformas financieras del G20 resultaron eficientes y que el trabajo de seguimiento y cooperación resulta fundamental para apoyar la resiliencia del sistema financiero. Con ello se da por cumplida la agenda del año, a la espera de seguir trabajando en los nuevos retos globales.