No ha hecho mucho ruido, pero su caso es el recordatorio que algunas de las causas de la crisis financiera de 2008 no han sido atendidas. Estamos hablando del caso del fondo de inversión Archegos Capital Management que resultó insolvente en sus operaciones en marzo pasado.
Aunque por su tamaño no implica un evento sistémico, dibuja un patrón de cómo pueden ser pasados por alto espacios de arbitraje regulatorio en el sistema financiero debido su naturaleza compleja e interconectada.
Archegos se encargaba de la operación de US$10.000 millones del capital familiar de Bill Hwang, pero a finales de marzo se encontró en crisis al no poder hacer frente a sus posiciones en derivados (total return swap) debido a las garantías adicionales (conocidas como margin calls) que le fueron requeridas por importantes bancos como Goldman Sachs, Morgan Stanley y Deutsche Bank, Credit Suisse y Nomura después de que sus inversiones se depreciaran, entre las principales la compañía de medios ViacomCBS.
La naturaleza de los mercados financieros, como cualquier otro mercado, supone la competencia y la entrada y salida de nuevos participantes de acuerdo a su capacidad de ser rentables, de tal manera que en el caso de Achegos, en principio se trata de un hecho cotidiano donde la empresa enfrenta las consecuencias de contratar operaciones riesgosas; sin embargo, las relaciones de los grandes bancos con Archegos deja ver que incluso tras las reformas financieras de 2008 que buscaron atajar las consecuencias de instituciones “demasiado-grandes-para-quebrar”, en los mercados financieros aún existen canales de transmisión de riesgos que hacen dudar de la superación del llamado riesgo sistémico. De aquí que surjan preguntas y situaciones que pueden servir de guía sobre los cabos sueltos que deben atenderse en el futuro en términos regulatorios.
En primer lugar, hay que preguntarse ¿Cómo fue que estos pesos pesados de la industria financiera fueron incapaces de evaluar el riesgo de impago de Archegos y terminaron perdiendo entre US$20.000 y US$30.000 millones? Se puede aventurar una explicación en la naturaleza de los instrumentos derivados, de la misma forma que en 2008, los llamados OTC o contratos no estandarizados, no pasan por una contraparte central, es una operación limitada a las dos partes.
En segundo lugar, se tiene el llamado apetito de riesgo de los bancos. A grandes rasgos, la operación de Archegos consistía en que rentaba las acciones seleccionadas para invertir a los bancos, ellos mantenían la propiedad mientras el fondo les pagaba por obtener mantener las acciones un tiempo acordado, disfrutando de las ganancias de una mayor cotización al alza, pero afrontando los riesgos de una baja en su valor, en otras palabras, en esta operación se presentó un deseo de ganancias fáciles con riesgos mal calculados por parte de los bancos.
En tercero se observa la propia negligencia imperdonable de los bancos al permitirse operar con Hwang frente a sus antecedentes fraudulentos, pues el creador del fondo ya contaba con sanciones por parte de las autoridades bursátiles por operaciones con información privilegiada en 2012, los bancos debieron haber cumplido con su deber de diligencia y conocer la contraparte de sus operaciones. Quizá por la magnitud de las ganancias en años previos de Archegos, llegando a los US$50.000 millones en activos, con resultados superiores a los principales índices bursátiles, fue sencillo mirar a otro lado.
Por último, la mayor preocupación del caso surge por la inoperancia de los reguladores financieros (en este caso particular la Securities Exchange Commision y la Commodity Futures Trading Commission) que nunca vieron pasar las transacciones, puesto que las operaciones derivadas fuera de bolsa y no estandarizadas no pasaron por los registros de las autoridades. Todo apunta a la falta de implementación de algunas partes de la reforma financiera norteamericana Dodd-Frank de 2010 que no han sido implementadas, lo mismo se puede decir de los estándares internacionales, tras la crisis causada por la pandemia de covid-19 los estándares en materia de margin calls fueron recalendarizados para su completa implementación hasta 2022, lo que generó el espacio para que ni los bancos ni el público conocieran las operaciones con derivados (de la misma forma que ocurrió con el fondo Long Term Capital Management en 1998!) y por tanto no existiera una adecuada evaluación de riesgo, en lo que se puede detectar una falla en lo que se conoce como “disciplina de mercado”.
Este caso, intrascendente en su impacto financiero, debe prender las alertas no solo a las autoridades norteamericanas, sino al conjunto de reguladores globales y los emisores de estándares, ya que es un ejemplo de cómo existen resquicios regulatorios que pudieran tener alcance sistémico (por ejemplo, si se hubiera tratado de unas operaciones de mayores recursos) en los temas que se consideran ya superados, particularmente cuando este mismo año el Financial Stability Board (FSB) acaba de publicar un informe optimista sobre el trabajo realizado sobre los bancos “demasiado grandes para quebrar”; al parecer el contagio y la complejidad son aristas aun no atajadas del todo.